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miércoles, 18 de febrero de 2009

EL ZAPATO Y LA CHANCLETA

Él, siempre en la horma, cuando había algún problema. O sea, que se solía quedar "en el molde".Ella, es la joven "princesa" que se quería casar con el zapato. Pero, él, siempre estaba acosado por la zapatilla. Este triángulo era la comidilla de la zapatería, e incluso del bazar. Las viejas chancletas,-de antaño- comentaban--el zapato tiene más de dos mujeres...sale con ¿quién Olga?...¡con los tacos!...es un caminante deshonesto. Y la otra dice--y yo lo vi con la chancleta haciéndole un regalo...¡qué hipócrita!.De hecho la pareja, a pesar de lo que se decía, se llevaba muy bien. Pero un día, la chancleta le vio una extraña arruga que lo delató--Alguien te ha apretado...y seguro que contra la pared.Y el respondió--Nada de eso, querida...he caminado mucho estos últimos días. Vos sabes, soy el zapato de un ejecutivo...--Pero este borde (y lo miraba) tiene la marca de un pisotón de taco...--No...mi amor...es que el ejecutivo tiene un juanete, y de tanto caminar, se me nota a mi...La cosa es que la ella, habló con una amiga,-La Bota--Me parece que el zapato me engaña. Y aquella le respondió--A mi me parece que vos tendrias que hacer algo...--¿Qué?...---Irte unos días al interior del país, a "tirar la chancleta".¿me entendés?...Ya vas a ver cómo después no te hace más nada..Y la pantufla -como le decían algunas amigas- , pensó dónde ir. Decidió ir a las Sierras de Córdoba, a "El Zapato", como para no olvidarse totalmente de él.
Lo cierto, es que lo comentó brevemente con su novio..--"Zapa" quisiera ir de vacaciones con unas amigas. Estaré afuera unos quince días...me voy con mis primas.Y éste le dice--si vos "tiras la chancleta", yo "tiro las medias"...¿está claro?...Ella, no le dió bolilla, pensando que le daría celos.
Pasaron unos días. El zapato, después de caminar, se fue a un café, para meditar. Hablaba con el borseguí--¿vos que harías en mi lugar...sin novia...solo...por unos quince días...--Yo, dejo de caminar un poco, por el regimiento, y me voy a ver unas comadres, por ejemplo, como buen soldado, me gustaría ir a ver a una mujer policía...además, tengo una marinera, que está muy bien, desde la proa hasta la popa...Y el zapato, le dijo--¡ya sé!...tengo que ver a la zapatilla...Lo que pasa es que ella hace un año que vive en Mendoza...aunque en realidad no me gusta...pero a falta de pan, vienen bien las tortas...¿no te parece?...Y fue así que partió a Mendoza. Pasaron los quince días, y la chancleta llegó a su lugar, debajo de la cama, y ¡zaz!...no estaba el zapato...Ella se dio cuenta que hacía bastante que faltaba del hogar. Enseguida habló por teléfono con sus futuros suegros, que le dijeron que había salido por asuntos de negocios.Y ella les dijo--¿qué negocios?..¡si no tiene ni para comprar talco!..Entonces pasaron un par de días, y llega el zapato a su casa..--¡Qué tal mi amor!...me fui a la casa de unos primos, en Mar del Plata..Y ella no le creyó nada. Le gritó--¡te fuiste de parranda a pisar colillas de cigarrillos a los cabarets, con otras!..¡huaaa!...¡me voy a la casa de mamá!...Pero la cosa se arregló, como en todos los cuentos de este autor. Se vieron después y se perdonaron para seguir viviendo juntos. Habria que preguntar -cómo en los viejos tiempos- ¿para cuándo los confites?...Esperando que ninguna zapatilla, ni taco, arruine este romance..¿no?...

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